Marco Fajardo
Los Inquilinos
Editorial Quimantú
$2.500 | 101 pags. | Libro tapa blanda
Descripción
inquilino, na (del lat. inquilinus)
1. Persona que ha tomado una casa o parte de ella en alquiler para habitarla.
2. Arrendatario, comúnmente de finca urbana.
3. Chile. Persona que vive en una finca rústica en la cual se le da habitación y un trozo de terreno para que lo explote por su cuenta, con la obligación de trabajar en el mismo campo en beneficio del propietario.
(Diccionario de la Real Academia Española)
Sólo con su definición, ya podemos tener una idea de lo que podemos encontrar al leer “Los Inquilinos”, y si hemos leído el trabajo anterior de Marco Fajardo, es probable que no se nos pase por la mente una comedia. En resumen, esta es una novela de ficción que parece un documental de Chile en los últimos 30 años… del Chile que no es una postal, ni del que se vende como el jaguar latinoamericano.
Ya algo de este nuevo trabajo se intuía en “Postales” (Quimantú, 2008), pero ahora no son crónicas personales, si no la sumatoria de varias vidas, fragmentos de vida que se unen para darnos una muestra de identidad nacional, que duele lo tan nuestra que puede llegar a ser.
Como bien nos resumió su autor, este trabajo está “lleno de voces/personajes diversos, con episodios de manifestaciones políticas, violencia policial, fantasías sexuales, pornografía, historias de la represión en la época de la dictadura, críticas a la transición de los 90, talleres literarios santiaguinos, un mochileo por Europa y una historia de amor”. Ni más ni menos encontrarán en sus páginas.
Este trabajo es el segundo número de la colección Creando En-Señas, que por alguna razón (con esto queremos decir que en ningún caso ha sido a propósito), han sido trabajos novelados de hechos reales. Primero con Alto Hospicio (la oscura historia del periodista que cuenta los asesinatos en este pequeño poblado nortino) y ahora con Los Inquilinos, se da cuenta de una sociedad decadente, tan real que no parecen historias inventadas.
Tal vez subliminalmente queremos entregar más realidad que ficción. En el mundo en que las vendas siempre están, adornadas de eufemismos y farándulas, va nuestro pequeño grano de arena para atisbar bajo las vendas y ver nuestro país sin adornos, aunque sea a través de novelas que se dicen de ficción.
Con Marco nos une la amistad y una historia de confianzas. Por tercera vez publicamos sus escritos; creyó en nuestro proyecto cuando recién comenzamos, como nosotros creímos en su arte, y en este momento, en que nuestro catálogo crece y trascendemos al nombre de Quimantú, nos confía un trabajo muy personal, que apuesta un poco menos a la seriedad periodística y mucho más a la soltura de la pluma. Aquí lo dejamos para que juzguen y después nos comenten.
Editorial Quimantú
Fragmento:
El trayecto hacia la comisaría es lento, muy lento, como un paseo, mientras el paco que está sentado encima de Adrián lo acaricia con la luma en las piernas, en la cabeza, y hace el ademán de metérsela en el culo. En la comisaría lo esposan a una columna en el pasillo, frente a una pared en la cual un afiche enumera los derechos del detenido. Sólo le pegan de tres a cuatro de la mañana. Tienen la gentileza de antes ponerle toallas mojadas para no dejar huellas.
Después, por la mañana, le devuelven el carnet y le anuncian que se puede ir. Luego le hacen firmar un papel donde dice que no ha sido maltratado. Adrián firma, no dice nada y se va.